La ludopatía oculta de las mujeres: «La sociedad no te permite que tú seas la causante del problema»

Todo empezó con una pequeña apuesta a un partido de fútbol con los compañeros de trabajo. A sus 46 años, Ana -nombre ficticio- nunca había entrado en un bingo ni en una casa de apuestas, no era jugadora habitual de loterías: «Jamás me había llamado el juego hasta ese año -2020-«.

En solo unos meses, su vida se convertiría en una vorágine de apuestas, malas rachas, insomnio y deudas, deudas cada vez más inasumibles adquiridas a través de páginas web de micropréstamos. El único grupo de terapia específicamente de mujeres ludópatas de toda España ha sido, finalmente, su salvación.

Su problema, como el de tantos otros, comenzó en el confinamiento. «Estuve en casa con una operación de rodilla y prácticamente no me podía mover», relata en una conversación telefónica. «Sentía aburrimiento y hastío por la situación familiar que teníamos, con una madre con deterioro cognitivo, el reciente fallecimiento de mi padre, un cúmulo de situaciones que se juntaron con la pandemia y me encerré en mi misma, ahí me quedé».

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